
Sintetizadores primitivos, energía y robótica. Así define el diseñador Tano Verón las influencias de las letras vectorizadas para Kraftwerk, un moiré cuyo close up descubre infinitas maneras de vincular formas concentradas en una única expresión. Si como describe Verón en el case studio desde su creación el grupo Kraftwerk empuja los límites de la tecnología con innovaciones notables, también el diseñador parece empujar el límite hasta hasta lograr un secuencia recargada donde cada letra de K R A F T W E R K se convierte en un ejercicio paciente de ingeniería y control.
Una experiencia ya ensayada con Bukowski, Kandinsky y la multifrutal Carioca Font. Sin embargo, en su apariencia tecno, el fenómeno de tramar al extremo se asemeja a los mapas infográficos de James Quail, también de resolución paciente y espíritu fan art. Artefactos que celebran el rigor de la simetría, las curvas y la obsesión por el vector, así como Kraftwerk celebra su amor por las computadoras. Hoy que no podremos verlos en Buenos Aires por una insólita prohibición, las letras vectorizadas de Kraftwerk son un paliativo en modo Behance.



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de Lucas López

