
La música electrónica se encuentra de parabienes en Buenos Aires. A la reciente muestra “La Música es mi Casa” del diseñador Gastón Pérsico, –a quien le debemos la visita del crítico inglés David Toop como parte de la larga serie de actividades del MALBA en torno a la muestra–, se suma Klang!, un estudio sobre la música concreta y electrónica argentina del período comprendido entre 1959 y 1971.
Hay que vivir la experiencia. Al entrar a la sala oscura del quinto piso del CCK los asistentes se encuentra con un involuntario olor a neumáticos, proveniente de las cortinas de goma que forman parte de las distintas cajas de sonido. Evoca de inmediato a nuestra niñez, e invariablemente al automóvil, a las revistas de electromecánica, a los instructivos de armado, a la televisión en blanco y negro y a los aspectos técnicos de la industria del futuro. Un efecto olfativo que acompaña la totalidad del recorrido y coincide con los pulsos electroacústicos de la exhibición. Con sonidos interestelares, –con obvias referencias a Kling Klang, mítico estudio de grabación de Kraftwerk–, la exhibición se presenta como un ghost box de frecuencias, microsonidos y voces radiales, que si bien forman parte de las vanguardias del pasado, destilan futuro en su reivindicación de archivo y memoria de un tiempo que no hemos vivido.




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de Lucas López

